martes, 16 de septiembre de 2008

Tan mal como era de esperar...

Hemos llegado a Delhi, y el grupo por completo ha puesto el chip antiestafa que según todos los foros es necesario… Primer disgusto, el deficiente del hotel ha olvidado enviar a nadie a recogernos, toca buscarse la vida, y pillamos un taxi en un mostrador del aeropuerto… El conductor es un chavalin joven que quiere conversación pero son las tres de la mañana y no me apetece estar mamoneando con un desconocido…


Como manda la ancestral cultura hindi, el taxista finge no saber la dirección exacta (que esta apuntada) y tras 15 minutos de vueltecitas nos lleva a la oficina turística de su primo… Este señor tan amable que esta despierto a las 3 de la mañana solo para estafarnos (esto si que es servicio) coge la hoja de nuestra reserva y finge llamar al hotel y facilitar todos nuestros datos, para mas tarde decirnos que nos han cambiado de hotel a un “sister hotel” ya que no tienen plazas…


Le explicamos que le agradecemos mucho su interés por el estado de nuestra reserva pero que le diga al conductor que nos lleve al hotel de la reserva… Tras otros 15 minutos de estúpida vuelta por el barrio más tercermundista que había visto jamás (Karol Bagh, por si os queda cuerpo para comprobarlo), llego al hotel, salimos del taxi y lejos de dar propina no cruzamos la mirada con el conductor que aparenta esperarla (con dos cojones)… Entramos calentitos al hotel y una horda de indios se lanzan a cogernos las mochilas, pero no tengo ánimo de soltarla, el indio tira de ella, pero yo peso el doble, y el tira y afloja se prolonga mientras le pido que no coja la mochila, que no es necesario… Arreglamos el precio por dos habitaciones sin desayuno (nos la tratan de clavar again, pero otra vez no cuela)…


Por fin estamos en la habitación, nos metemos en la cama y sorpresa, estoy tan alterado que no puedo conciliar el sueño y tardo más de una hora en caer… Por suerte la habitación esta limpia como los chorros del oro, y no sufrimos del trastorno anual de la cucaracha/rata en la habitación que tanto nos aqueja en nuestras últimas expediciones.


Sale el sol y con él, llegan las palomas a mi ventana con el único fin de hacer ruiditos y reventarme el sueño… Salimos y buscamos un taxi para empezar la ruta y tras una pésima experiencia (no han pasado 10 horas y es la tercera vez que nos la quieren clavar) encontramos un conductor sijh que se hace llamar Ringo y que esta dispuesto a ser esclavizado durante las próximas 8 horas por un módico precio.



Lo que parece una bolsa naranja en el suelo es un bebe...

En una primera (y segunda) vista, Delhi es de lo más miserable y esta gente vive de la manera mas ruin que uno se puede esperar. Nadie aspira a nada, supongo que por motivos culturales o religiosos (las castas pesan mucho) y los niños que crecen pidiendo en los arcenes de las carreteras acabaran muriendo de la misma manera. Aquí nadie va a mejor, naces con la premisa de lo que vas a ser en vida y lo asumes con naturalidad, y tal vez por eso los niños de la calle antes de aprender a ponerse de pie, aprenden a levantar la mano para pedir a los turistas...

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