martes, 16 de septiembre de 2008

Be happy...

Como no podía ser de otra manera hemos salido de la India cagándonos en Dios. Primero el taxista que nos lleva al aeropuerto nos la intenta liar (que extraño, es el primero)… Pactamos un precio en el hotel (450 rupias) por un coche grande con aire acondicionado (hay tanta contaminación que ir con las ventanillas abiertas supone un ataque de asma por la noche).

Nos montamos y el tío va con las ventanillas abiertas, le pedimos que las suba y ponga el aire, trata de comunicarse con nosotros pero en un idioma muy lejano al ingles. Le decimos que si , que lo que el quiera pero que lo ponga (en este punto ya sabemos como acaba el cuento pero estamos tan acostumbrados a la bronca que nos da absolutamente igual).

Tras 40 minutos de camino llegamos le damos 450 rupias y se monta el show, quiere 600 por poner el aire, dice que ese ha sido siempre el precio (me impresiona el control del ingles que tiene de repente). Le digo que va a ser que no, y contesta que 500, todos nos miramos y nos reímos, y el tío se da la vuelta mirándome y hablando hindi, yo también saludo a su madre en castellano (por quedar encima).

Entramos en el aeropuerto y sentimos cierto alivio por estar tan cerca de irnos, pero es una sensación ficticia, la burocracia para salir del país es terrible y los 5 atentados en Delhi del día anterior dificultan aun más si cabe los controles de seguridad.

Nos montamos en el avión para un trayecto de menos de una hora, con destino Katmandú, y la compañía Air India nos deleita con un almuerzo en el que la mitad de los productos están caducados…

Cuando me bajo del avión se me saltan las lágrimas de alegría, hay que rellenar 1200 formularios para el visado pero no importa, somos felices.

El taxi nos intenta hacer el lío para llevarse comisión del hotel al que supuestamente íbamos pero como venimos demasiado entrenados para estas gilipolleces, acabamos con una sorprendente fuga hacia un restaurante (sorprendente para el taxista y su cómplice que no dan crédito a lo que ven) y posteriormente a otro hotel no muy lejano, más limpio y barato.

Conocemos un poco la ciudad y vemos que la gente es mas abierta, mas simpática pero que hay que tener cuidado con los precios y las estafas. Cuando volvamos podemos escribir un libro sobre posibles timos al turista, como la de la madre que te pide leche para su bebe (mi favorita), y te lleva a la tienda a comprarla (a un precio hiperdimensionado) de manera que cuando te marchas pensando en tu buena acción, la devuelve y se reparte la ganancias con el dueño de la tienda…

Aun así no os confundáis, Nepal esta a años luz de India y se puede hablar con la gente, hasta con los que te quieren por tu dinero, sin miedo a tener una bronca, les dices que va a ser que no y la gran mayoría te dejan en paz.

De vuelta en el hotel me dispongo a ver la Formula 1 desde Imola, y en la vuelta 30, con el aire acondicionado a tope, una pepsi en mi mano, y Alonso con neumáticos intermedios en la pista dispuesto a petarlo, la luz decide irse para no volver hasta horas después… Esta visto que la felicidad no puede ser completa en estas vacaciones…

No hay comentarios: